A veces me adentro en las bambalinas de la literatura, donde se cuece lo que puede ser un futuro prometedor, y por eso gozo con la oportunidad de leer operas prima de autores que en unos años pueden ser referentes. También lo hago por salirme de lo comercial y por ver si entre lo nuevo hay algo que me pueda sorprender.
Le di el testigo a Gema Quintial, santanderina ella, afincada en Múnich donde trabaja en una multinacional y da rienda suelta a su vena literaria. He leído que ganó concursos literarios pero que esta es su primera gran novela, su puesta de largo en este mundo complejiísimo, porque ahora es más fácil editar que hace treinta o cuarenta años y nos llega de todo y no siempre podemos acertar en la elección.
Y en su debut nos presenta una novela de alto voltaje. Estamos ante una trama policíaca, de esas que abundan mucho en la actualidad, tal vez diría que hasta demasiado repetitiva. La parte buena es que, si está bien construido el relato, como es el caso, la apariencia de realidad y un ritmo en progresión te facultan poder leer con agilidad y disfrutar cada página hasta el desenlace final.
Ha arriesgado sinceramente esta autora de nuevo cuño, pues se proyecta en una novela larga con muchos giros, con muchos personajes que a veces es difícil colocar si no tienes un esquema organizativo del relato bien desarrollado y que eso no agobie al lector (yo soy muy esquivo cuando me enfrento a tantos personajes), y lo consigue bien, dándole un perfil elaborado a los importantes y menos exhaustivo con los secundarios.
Y la novedad, que no sé si es tal, es que nos vamos enterando de todo a la par que la acción, y ya me dirán si esto no es lo normal, pues sí y no, porque de vez en cuando la escritora nos hace unas referencias al pasado, en cursiva, que no llegamos a entender muy bien, más allá de que nos da a conocer que algo terrible pasó como unos quince años atrás, pero hasta ahí desconocemos de quién se trata, tanto víctimas, cómplices y culpables.
La apacible localidad cántabra de Comillas se levanta un día de caluroso verano con que una chica, Emma Berger, trabajadora de su ayuntamiento a la sazón, ha desaparecido sin dejar rastro, al lado de una montaña está su coche y rastros de sangre que son de ella, los primeros indicios apuntan a que alguien la habría lanzado por el acantilado, o tampoco es descartable un suicidio. En todo caso, se trata de una desaparición, y la Guardia Civil monta todo un dispositivo para trata de localizarla, con lo que esos días de canícula estival se llenan de frenética actividad para el Cuerpo cuando todo podría ser mucho más sosegado.
Emma es el personaje principal sobre el que gira todo, intentar dar con ella, viva o muerta, será la principal operación de la Benemérita, miembros de la misma a los que conoceremos casi al dedillo y que se enfrentan a uno de sus retos más osados, considerando que Comillas es un pueblo de apenas dos mil habitantes donde nunca pasa nada, por mucho que en verano pueda multiplicar su población por tres o por cuatro.
La chica, hija de alemanes, se instaló con su madre de pequeña en la localidad y se percibe que no tuvo una vida del todo normal, mientras vamos conociendo a la Guardia Civil, familiares (su madre), amigos y vecinos, iremos descubriendo que era una persona un tanto distante, rara hasta cierto punto.
Pese a los intentos por saber de su paradero a Emma parece habérsela tragado la tierra, o más bien el mar, porque esa es la hipótesis más plausible, dado que pasan los días y no hay ninguna pista que permita aventurar que está con vida.
Otro de los personajes interesantes es Olivia Llanos, que precisamente en ese verano ha vuelto al pueblo después de muchos años fuera y además es hermana melliza de Max, uno de los guardias civiles que interviene en el dispositivo de búsqueda. Como recurso, también repetido en novelas de este corte, es la encargada de llevar a cabo una investigación paralela por su cuenta, la cual suele avanzar más, ficticiamente, que la oficial dado el siempre rocoso y coriáceo protocolo policial que impide saltarse algunas reglas que Olivia, por supuesto, va a explorar.
Pero en mitad del fregado de la investigación original aparecerá muerto en extrañas circunstancias Jaime Morales copropietario junto con Jacobo Martínez de una inmobiliaria de la localidad, donde trabaja también Raquel, que curiosamente mantiene un idilio (infidelidad) con el teniente Bruno Marciel, el máximo mando del Cuartel de la localidad.
Es evidente, aunque vamos conociendo la información a cuentagotas, que la muerte de Jaime tendrá relación con la desaparición de Emma, al igual que vamos descubriendo lentamente qué es lo que ocurrió en el pasado, quién es Emma realmente y qué hay de realidad en su desaparición.
Como buena novela de género policíaco el final tiene acción, Olivia será la que abrirá más puertas y llegará antes que la Guardia Civil, pero también se nos desvelará un hecho terrible que tuvo lugar en Londres casi treinta años atrás y que marcará el sentido del relato.
Una buena novela, es obvio que no puedo calificarla como obra maestra, creo que desde el punto de vista narrativo está muy bien ideada, aunque en la lógica policial hay algunos detalles que hacen un poco de agua, pero en todo caso es entretenida, tal vez un pelín larga y tal vez también con un exceso de personajes, que he debido ir apuntando (y creo que este detalle es lo menos favorecedor para esta escritora) bajo peligro de perder el hilo de lo que se cuenta.
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